miércoles, 20 de julio de 2005

Patinaje Nocturno: Episodio 1

Esta mañana no me veía con fuerzas, pero hace una hora he vuelto a coger los patines una vez más. Bueno, hoy tenía un pequeño aliciente. Desde que mi hermano me pasó sus patines había notado algo que en principio parece normal: si apretaba los tornillos de las ruedas, éstas giraban más despacio. Claro. Y los tornillos tienen que ir prietos para que la rueda no baile. Obvio. Pero mi prima me dijo que en sus patines no ocurría eso. Curioso. Así que me puse a pensar por qué pasaba y cómo se podía arreglar tal dilema, y llegué a la conclusión de que necesitaba unos pequeños topes cilíndricos entre el par de rodamientos de cada rueda (me ahorro detalles técnicos).

Y pensando de dónde los podía sacar he pasado esta mañana por Decathlon y me he encontrado con que TODOS los kits de tornillería tienen esos topes. Si es que soy la ostia, pero ¿por qué mis patines no los tienen? Ni idea, pero un kit de esos cuesta tres pavos, así que por la tarde ya tenía los topes puestos y mis ruedas ya no se frenan al apretar los tornillos. Claro, no podía esperar a probarlo, algo así significa ganar como un 20% en velocidad. Yujuuuuuu.

Así que hoy he tirado por Sagasta para arriba. Pensaba en cruzarme a Gran Vía por Goya o así, porque pensaba que me cansaría pronto, pero no. He seguido subiendo hasta Juan Pablo Bonet, mitad por acera, mitad por calzada. La acera de Sagasta no es muy mala, y el paseo central tampoco está mal. Lo que sí que ha quedado bien constatado hoy es que las grandes calles son muy malas para patinar, por el tráfico (parece obvio, pero a esas horas es más peligroso aún que de día, porque los coches corren más). Así que en lugar de seguir por Juan Pablo Bonet he girado por Maestro Manquiña (el Rollo, para los amigos) y luego por Doctor Lozano al puente de los Gitanos. Es curioso la de gente rara que hay a esas horas por la calle; sobretodo por según qué calles.

Una vez ahí he seguido un poco por San Juan de la Cruz, para girar enseguida a la izquierda por Luis Ram de Víu. Esa zona tiene calles muy estrechas y muy poco transitadas, así que está bien para patinar por el asfalto. Es una zona residencial, con unas casas que son más bien palacetes. Son chulas, pero quedan un poco fuera de lugar. De ahí he salido a Luis Vives y luego a Fernando el Católico. Podría haber bajado ya para casa, pero me apetecía seguir. No me he pegado la paliza que me dí ayer, hoy ha sido más paseo, pero también lo he hecho más largo.

Así que he seguido por Domingo Miral. Es la calle que está detrás del CMU Santa Isabel, famoso por sus fiestas :P... Vaya viento corría por ahí. En contra, por supuesto; el viento de Zaragoza siempre es en contra, vayas a donde vayas. Esta calle va a parar al lado del Clínico, en la calle San Juan Bosco. Si me llega a ver algún doctor igual me mata, tentando a la suerte delante de sus narices. No, en realidad no es tan peligoso si vas controlando bien quién tienes detras en todo momento. La acera de esa zona es de las de dibujo anti-patines, así que calzada otra vez. Cuando se cruza con Corona de Aragón, la calle cambia de nombre a Avenida Valencia, y allí ocurre una cosa curiosa: sólo hay un carril de bajada y es sólo bus. Bueno, hoy ha sido sólo Javi XD. Llega casi hasta Anselmo Clavé, pero se tuerce a la derecha justo antes de llegar, por la calle Fueros de Aragón. Me han entrado tentaciones de llamar a Isabel, que vive por ahí, pero me ha parecido mal despertarla :P.

De Fueros de Aragón se sale a Goya, pero siguiendo la máxima de evitar en lo posible las calles grandes me he metido por la calle Carmen, a salir a Hernán Cortés. De ahí debería haber pasado por la biblioteca a Doctor Cerrada en lugar de seguir por Hernán Cortés, pero he incumplido mi máxima y un coche me ha hecho subirme a la acera. ¿He dicho ya lo mucho que odio las putas baldosas de este pueblo?. Así que para no ser molestado de nuevo he torcido a la derecha por Castellví y Almagro, donde se encuentra una de las múltiples estaciones de autobús de Zaragoza. Depende dónde quieras ir tienes que coger el bús en un sitio u otro, para hacer el viaje más emocionante. Sobre todo si es una escala y tienes que cruzar la ciudad en diez minutos. Bueno, el caso es que ahora sí he salido a Paseo Pamplona y, con los semáforos a mi favor (o sea, en rojo para los coches; yo me los salto siempre que sean sólo de paso de cebra, como los de Paseo Pamplona) he llegado rápidamente a la Plaza Aragón. Lo que queda hasta mi casa es poco emocionante, pero la acera de Independencia es una gozada para los pies cansados.

En definitiva más largo que ayer, más dolor de piernas y riñones pero al menos no se me salía el corazón por la boca al llegar. Qué gustazo, oye.

PD: Acabo de recordar que en Hernán Cortés hay un parche de asfalto en plan trampa mortal que casi me manda a tomar por culo. Suerte que uno tiene cierta práctica, que si no ya veo mi piel adornando la calle.

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